
Un día comenzó a verlas, por todas partes, allí donde cruzase la mirada ellas estaban, las sentía, luego comenzó a escucharlas, un murmullo constante que acompañaba su andar. Como espectros del averno estaban a su alrededor, no podía evadirlas por más que corriera y se ocultara al resguardo de la penumbra de la noche, y solo eso veía, sombras sin cuerpo que las proyectasen.
Un día, como deseando escapar, dejó de hablarnos, dejó de comunicarse y se aisló en su hábitat, se recluyó en si y con ellas como tormento. Hasta que se le hicieron familiares, amigas de las cuales ya no pudo prescindir, eran su única compañía, las únicas que comprendían lo que pensaba y sentía, y comenzó a necesitarlas.
Un día, con ese coraje que se tiene en el instante mismo en que el miedo se desvanece, se animó y cruzó una vez más su umbral. Las sombras ya no le murmuraban, se comunicaban fluidamente, y miró sus manos que se deformaban según el entorno, al igual que su cuerpo.
Y ya era una más de ellas.
Cuidado a quién escuchas.
Un día, como deseando escapar, dejó de hablarnos, dejó de comunicarse y se aisló en su hábitat, se recluyó en si y con ellas como tormento. Hasta que se le hicieron familiares, amigas de las cuales ya no pudo prescindir, eran su única compañía, las únicas que comprendían lo que pensaba y sentía, y comenzó a necesitarlas.
Un día, con ese coraje que se tiene en el instante mismo en que el miedo se desvanece, se animó y cruzó una vez más su umbral. Las sombras ya no le murmuraban, se comunicaban fluidamente, y miró sus manos que se deformaban según el entorno, al igual que su cuerpo.
Y ya era una más de ellas.
Cuidado a quién escuchas.
VERSOS EN EL DIARIO

Cuál sería su musa inspiradora? No lo sabía aún, pero en su corazón latía la delicada y fuerte pasión de trasladar los sentimientos al diario, con furia, con calma, con desdén y con alegría.
Sin saber siquiera si serían leídos comenzó a escribir y continuó. A veces escuchaba que le dictaban, pero no eran voces externas, sabía bien que aquella persona que le dictaba era su pequeño yo, que mantenía sus sueños guardados y resguardados de la contaminación que provocaría que se marchiten cual flor llegada a su madurez, pero que al contacto con él abría esa celda que los contenían y le invadían su alma de luminosidad. Y así escribía.
Y en su diario se refleja su alma con todas sus tonalidades.
3 comentarios:
Navegando por varios Blogs de cuentos muy lindos y de todo tipo me pregunté cuál les atraería más. Aquí expongo dos cuentos cortitos a ver que les parece.
Y si les parece un insulto a la literatura también díganmelo :p
Muy lindo Leo, me quedo con el segundo, no se porque...besos!
yo soy tan oscuro, como (uno - luz)...
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